Por Francisco Luciano

Un partido es una institución que une a un conjunto de individuos que se organizan por el bien común basados en criterios y propósitos comunes que generalmente se orientan hacia el bien común.

El colmado es una unidad de expendio que se establece con uno o varios dueños con el propósito de comprar y vender mercancías para obtener beneficios que son repartidos entre sus dueños.

Mientras el partido político tiene militantes, dirigentes y líderes, el colmado tiene dueños o jefes, inversionistas y clientes.

La Fuerza del Pueblo es un partido de militantes y no clientes. Es un partido de dirigentes y no de inversionistas y es un partido de líderes no de jefes.

Un militante tiene conciencia social y política y por lo tanto se identifica con la causa del bien común. Estudia y comprende los problemas sociales y activa para que la organización en la que milita sea parte de la solución a las diferentes problemáticas que aquejan a la sociedad. El militante político se ocupa de los problemas colectivos que afectan su comunidad y acompaña a la comunidad para superarlos.

Contrario al militante, el cliente se identifica y obedece a las decisiones, caprichos e intereses del inversionista que le emplea para que actúen como caja de resonancia de sus aspiraciones a posiciones electivas o directivas. El cliente carece de formación y de conciencia crítica y solo se moviliza bajo el principio del ‘Dame lo mío y voto por ti”. Nunca piensa en los demás sino en sí mismo. Rara vez se integra a las luchas de mejoría de su comunidad.

Un dirigente es un motivador y organizador de los militantes inspirándolos a cultivar los valores de la responsabilidad social y política, así como con el compromiso de defender la causa de redención y por el bien común que promueve a la entidad política en que se desempeña. El dirigente reconoce el trabajo del militante y se compromete con él, para apoyarlo en la defensa de la causa que juntos y voluntariamente asumen.

El inversionista no tiene identidad con el colectivo político y aunque se afilia a este, lo hace para garantizar sus propios intereses. No le importa el futuro de la organización sino el suyo propio, no tiene interés en formar y educar a los miembros del partido para que tengan identidad con sus valores, principios y misión, sino que fomenta la lealtad a su persona sobre la base de ofrecer prebendas o favores condicionados a que sean incondicionales a sus apetencias y aspiraciones. Al inversionista poco importa lo colectivo, ni la comunidad, por el contrario, fomenta el grupismo y las dadivas como medio de sugestión y fidelidad.

El líder es un inspirador de las causas colectivas y del bien común. La autoridad del líder es moral en base al encanto que provoca el carisma al ser portador de un mensaje de esperanza y de redención social. El nunca manda ni impone, sugiere, aporta a la toma de conciencia y convence basado en la racionalidad de sus razonamientos al demostrar lo correcto de sus puntos de vistas o de lo beneficioso que resulta para el colectivo caminar en determinada dirección. El líder es un visionario que interpreta las aspiraciones de los dirigentes y militantes comprometidos con la causa del pueblo que dirigen o aspiran conducir.

El jefe basa su autoridad en la posibilidad de garantizar prebendas a los inversionistas que se aglomeran a su alrededor, dada la capacidad de favores o beneficios que pueden obtener de la posición que la jefatura puede proveer. El jefe no escucha, ni permite razonamientos que contradigan sus lineamientos, ordena y manda. Si tiene razón o no, no es importante, hay que hacer lo que dice porque él es quien paga. El jefe no necesita ser un visionario, ni interpretar las aspiraciones del pueblo, le basta con complacer a sus conmilitones o a sus empleados siempre que les obedezcan.

Los miembros de la Fuerza del Pueblo, hemos definido la entidad como una organización democrática, popular, solidaria y progresista, donde no cabe el grupismo, amiguismo, ni el enyavismo. Aquí solo debe contar el mérito ganado en base al trabajo y la dedicación de las personas.

La Fuerza del Pueblo, abrirá su Escuela de Formación política para educar y capacitar a sus miembros, en el conocimiento de las herramientas científicas que le permitan interpretar para transformar, para mejor la realidad social del pueblo dominicano, basados en el pensamiento social que promueve la verdad, la razón y la justicia que se expresan en alcanzar el progreso, la democracia y el bienestar de las y los dominicanos.

El autor es docente universitario y dirigente político.