Por Manuel Hernández Villeta/A Pleno Sol

El cercenamiento del orden institucional en la República Dominicana ha producido ríos de sangre. El Golpe de Estado al profesor Juan Bosch hizo retroceder al país a la barbarie. Esa acción de armas también desbordó ríos de sangre y generó miles de muertos.

Producto del Golpe de Estado fue la respuesta militante y heroica de los hombres del 14 de Junio, que terminó con la muerte de los hombres de la raza inmortal dirigidos por Manolo Tavarez Justo.

El país desde ese momento vivió en medio de las conspiraciones, de los choques entre contrarios a la violación institucional y en la represión radical contra los que externaban su voz de respeto social.

Así se llegó al 24 de abril de 1965, cuando los militares constitucionalistas y el pueblo en armas restauró la Constitución cercenada por el zarpazo del Golpe de Estado del 1963.

Al caer la fecha en el calendario donde se recuerda ese fatídico Golpe de Estado es bueno que los dominicanos hagan memoria. Conozcan de los abusos y atropellos que se han cometido en el país, pero también de la sangre derramada en la búsqueda de vías de avenencia democrática.

Para muchos, como lo interpretaba el doctor Joaquín Balaguer, la Constitución es un simple pedazo de papel, pero la reacción de los miles de dominicanos que se lanzaron a las calles el 24 de abril, y lucharon hasta la muerte o el sacrificio, debe ser un ejemplo glorioso de que nunca más se debe atentar contra la verticalidad de las instituciones.

Desde luego, la democracia para muchos no pasa de ser un simple juego de palabras. Nunca la han respetado, el concepto que tienen de democracia es el de exclusión, intolerancia, represión y desconocimiento de los derechos humanos.

Pero no, la democracia debe ser un gobierno donde se busquen soluciones a los principales problemas del conglomerado, donde se respeten las libertades públicas, y el derecho a la libre expresión del pensamiento.

Hay que sacar a la democracia de los libros de textos, y convertirla en una palabra de acción, que este adornando cada uno de los pasos que den los dominicanos, desde el trabajo reinvindicador, los estudios, el chiripeo.

No importa, cada cual puede hacer el país más próspero y de mejores oportunidades para todos, con una injusta repartición del bienestar colectivo. No solo debe ser utilizar a las masas irredentas, para conseguir votos electorales.

Las promesas de campaña se tienen que convertir en realidad, si se quiere que haya una República Dominicana que avance en el siglo 21 y que se vaya alejando de la miseria ancestral y de las injusticias intolerables.

Que por siempre jamás a nadie se le ocurra una violación Constitucional, y que la etapa del Golpe de Estado del 63 y la Revolución de Abril dl 65, sea material para la historia. ¡Ay!, se me acabó la tinta.