Por Manuel Hernández Villeta/ A Pleno Sol
La clase media o los indigentes son víctimas del galopante alto costo de la vida. El problema central de los que están en medianía es poder aferrarse a un clavo caliente para no ir a la marginalidad. La inseguridad económica amenaza a todos los dominicanos.

Están creciendo los pobres y los indigentes. Podría ser por el aumento poblacional y que los  pobres tienen más hijos. Pero la verdad es que se va imponiendo la ley del embudo económico, donde se aprieta a la mayoría de pies descalzos.

Hoy no hay una política de pleno empleo, por lo que cientos de miles de jóvenes que llegan a la edad productiva no encuentran donde trabajar. Van a los institutos especializados o a las universidades, para seguir con los brazos cruzados.

Si a los jóvenes les da un gran dolor de cabeza poder entrar a un medio de producción, a los viejos los sacan de las nóminas. Hoy para las grandes empresas del país un hombre o mujer son viejos  entre los 40 y 45 años. O sea que a los jóvenes no se les da empleo y a los viejos se les despide.

Sin ese equilibrio económico fundamental aumentaran los problemas sociales en el país, que están lejos de pobladas y estallidos populares, pero que si bordean la masificación de la violencia, el micro tráfico de drogas, el sicariato y la delincuencia en cualquiera de sus modalidades.

Los aumentos en la prima del dólar dan un fuerte escalofrío. Estamos ante una economía que piensa y ejecuta en dólares. Por lo tanto una prima desbocada anuncia aumentos generales en el costo de la vida, y salarios más deprimidos. Los empresarios ponen las etiquetas de los productos en base al dólar, pero los salarios por el deprimido peso.

Hay que tomar medidas extremas para controlar los precios de  los artículos de primera necesidad y de las medicinas. Si se deja a la libre flotación del mercado, con el dólar subiendo, entonces será difícil para muchos dominicanos comprar arroz, habichuelas y sardinas pica-pica.

Hay un puñado de empresarios e inversionistas que les va bien. Que sus negocios tienen buenos números contables.

Ahora, hay que pensar en los hechos colaterales que deben estar enmarcados por la justicia social. Sin equidad en la forma en que la población se liga o desliga de los medios de producción no podrá haber tranquilidad comunitaria.

La violencia en cualquiera de sus aspectos parte de la crisis económica que sufre la familia dominicana. Hay caminos cerrados, hay fórmulas que se plantean que son  insatisfactorias, mientras que la realidad nos lleva a un volcán en erupción.

La clase media se está proletarizando; los pobres terminan en la indigencia y jóvenes y viejos están polarizados en tener los caminos cerrados. Hay que buscar una válvula abierta para quitar fuerzas a esta combustión social que puede hacer estallar esta olla de presión, y hace recordar el título de una de mis películas preferidas: Apocalipsis Now, el infierno es ahora. ¡Ay!, se me acabó la tinta.