Por Manuel Hernández Villeta/A Pleno Sol

Las encuestas en el Partido de la Liberación Dominicana parece que van a carecer de importancia. Los pre-candidatos danilistas están abandonando el barco. Dos de los participantes tiraron la toalla. No se sabe cuál va a ser su futuro.

Renunciar a una contienda no es nada, pero emitir declaraciones donde se cuestiona el accionar de su jefe político es caer en desgracia. Todos los llamados pre-candidatos del danilismo cometieron un error de enfoque que es imperdonable.

Tienen que saber que no se trata de escoger a un pre-candidato para enfrentar a Leonel Fernández, sino de que Danilo Medina coloque a su fuerza política a impulsar a un hombre que le dé continuidad a su obra de gobierno.

El delfín del entorno oficial no va a surgir por los resultados de una encuesta, sino por la visión que tenga Danilo. Ya no hay tiempo de esperar a un delfín carismático y de arrastre de masas, sino escoger al que puede ser más leal.

El pre-candidato de mayor fuerza es Gonzalo Castillo. En su momento fue Reynaldo Pared Pérez. Ninguno de los dos tiene estructura política propia, por lo que la única posibilidad de hace un buen papel es la subordinación a Danilo.

Llama la atención el caso de Reynaldo, que se considera debe ser nominalmente el segundo hombre del partido, pero el cual en realidad nunca llegó a formar una estructura política propia, ni siquiera una mini tendencia. Sus seguidores dicen que inclusive abandonó la oficina de la secretaría general. Ya se ven los resultados. Minimizado en una contienda interna, donde tenía que haber demostrado más músculos o pecho.

En el caso de Gonzalo siempre fue un gerente en Obras Públicas, que impulsó los planes reeleccionista, pero que no sacó la cabeza en proyectos propios. Con el retiro de Danilo en la brega reeleccionista, y la falta de popularidad de los pre-candidatos, comenzó a sacar trecho.

En la calle se considera que Gonzalo es el candidato de Danilo. Sin eufemismo en las primarias del PLD se van a enfrentar Danilo y Leonel. No importa que el presidente de la República lleve a un delfín. El será el contendiente a enfrentar al león.

Por todos lados que usted mire, en el PLD los fraccionamientos están a la orden del día. Es un partido en la fragua de las discordias y sin un liderazgo único. Es impredecible cuál será su fuerza con miras a las venideras elecciones. El peor enemigo de un partido gobernante para ganar unas elecciones es la división, y el PLD está fragmentado. ¡AY!, se me acabó la tinta.