Por Genris García

SANTO DOMINGO ESTE.- ¿Quién llamó a Oniel Puello Saviñon para matarlo?, es la preguntan que se hacen sus familiares y amigos.

Oniel era un dominicano de 53 años de edad que se hizo ciudadano español y vino al país hace alrededor de un mes para pasar sus vacaciones con familiares y amigos.

Cuenta uno de sus hermanos, que tenía planes de regresar a España esta semana.

Oniel se fue a Noruega en busca de mejor suerte como hacen miles de dominicanos que emigran del país.

“La providencia me llevó durante tres años a Noruega, de donde regresé con los ahorros suficientes para montar el café-bar”, declaró entonces a un diario madrileño.

“Nico”, como muchos los conocían llegó a Madrid en 1991, por la comunidad de Tres Canto con los ahorros del trabajo duro realizado en la nación nórdico.

Como todo inmigrante se esforzó hasta que logró insertarse en la sociedad española, dónde adquirió la ciudadanía de ese país.

Se involucró en organizaciones que agrupan a los inmigrantes, en especial a los dominicanos.

Con los ahorros que logró reunir en Noruega y un préstamo de la ONG Mita estableció un café-bar conocido como “Café Gallary Plaza Central”, ubicado en Tres Cantos, en Madrid.

Contó a un periódico español que la gente le decía “estás loco”, cuando dijo que abriría el negocio del cual era especialista, ya que estudio hotelería en Santo Domingo antes de cruzar el Atlántico.

Como se le hizo difícil el crédito, luego de lograr el suyo se involucró en otra ONG conocida como Asociación de Inmigrantes Empresarios en España (ASIEME), para ayudar a otros inmigrantes.

En el 2002 recibió un reconocimiento por una institución española.

En sus vacaciones solía venir al país para reunirse con los suyos y disfrutar de la maravilla de su país.

Lo que nadie esperaba es que Oniel tuviera un fin fatal como el que tuvo, ya que no le hacía daño a nadie y era un bonachón que cultivaba la amistad dónde quiera que llegaba.

Su última salida

La tarde del jueves 28 de marzo, “Nico”, recibió una llamada telefónica, al parecer de una persona conocida.

Vestía un poloche blanco mangas largas, franela blanca, bermuda color crema, sostenida por una correa de tela en colores, calzaba tenis negro y media negra.

Dejó sus documentos personales y sólo cargó con sus tarjetas de créditos. Se fue caminando por la avenida España.

Dicen que allí se reunió con alguien en un restaurante de esa vía frente al mar Caribe.

Ya no se supo más de él.

A la mañana siguiente, 29 de marzo su cuerpo fue encontrado con un disparo en el costado izquierdo que le salió por el costado posterior derecho.

La Policía Nacional hizo el levantamiento y registró el crimen como “no identificado” y su cuerpo fue enviado al Instituto Nacional de Ciencias Forense (Inacif), dónde hicieron las experticias de lugar.

Sus familiares lo identificaron en Patología.

El pasado lunes fue sepultado en el Cementerio Cristo Salvador, pero el dolor de su partida a destiempo está a flor de piel.

De acuerdo a sus familiares alrededor de las 6:30 de la tarde del pasado jueves 28 de marzo, Oniel recibió una llamada telefónica y salió como estaba vestido.

Estuvo esa noche en un negocio en la avenida España, hasta el momento no se saben con quién.

Su hermano mayor Rubén Puello Saviñón, dónde se hospedó en el ensanche Isabelita durante su estadía en el país dijo que salió sin decir dónde iba.

“Salió sin cartera, pero se llevó sus tarjetas de créditos, con la que solía pagar”, contó Rubén.

Asegura que su hermano tenía facilidades de hacer amistades, por eso caminaba solo en el vecindario.

Considera que durante su estadía hizo relaciones con personas que al parecer no son buenas.

A una semana del crimen, la Policía sigue sin informar del hecho, aunque dijo a la familia que había una persona detenida que se cree que compartió con él.

Rubén considera que la Policía está trabajando, aunque todavía no tienen al responsable.

Otro pariente entiende que “la Policía está mareando” con el caso y no sabemos por qué”.

Su muerte, como la de muchos, no apareció en los diarios, ni en la televisión, ni en las redes sociales. Tampoco sus familiares han recibido respuestas a sus demandas.