Por Alberto Quezada

Las múltiples estrategias gubernamentales puestas en marcha por el actual Gobierno para mitigar los efectos devastadores de la pandemia covid-19, válidas todas; parecen no animar a la sociedad dominicana.

Los objetivos buscados no se logran, las metas planteadas no se alcanzan y los efectos deseados no se perciben por más persistencia y consistencia que se le impriman para vencer la amargura que vivimos todos y todas.

El ánimo público está decaído, menguado, impotente; acorralado por una realidad económica y social, fundamentalmente, que no le da tregua y parece estar decidida aniquilarnos lentamente a todas.

Todo es oprobio y escarnio por más que se diga, lo logrado hasta ahora en términos material y espiritual en esta media isla caribeña, está amenazado, a punto de diluirse o camino a eso; el aliento desfallece y la sonrisa se pierde.

Entonces en medio de todo este torrente de maldad que vivimos, no es menester, por el amor de Dios, adicional un cruel y malvado aumento de precios de los principales artículos comestibles y de consumo, como son carne, arroz, plátano, habichuelas, gas, gasolina, entre otros. ¡A dónde es que queremos llegar!..

Y que no me vengan con el cuento de que esto obedece única y exclusivamente a los altos precios que están experimentando las materias primas en los mercados internacionales, porque no es verdad. Ahí hay otros elementos especulativos, institucionales y gubernamentales que influyen más para que esa situación este aconteciendo.

El Gobierno debe ponerle atención a eso, lo hecho hasta ahora no es suficiente, el pueblo no merece eso, los sectores pobres y la clase media ya no aguantan una carga más, ya le son suficientes los problemas emocionales, psicológicos y de hastío que padece.

Esto no debe permitirse en el actual contexto que vivimos, hay que hacer conciencia de que no es sólo la paz social de millones de dominicanos que se pone en peligro, sino también, la permanencia del sistema democrático dominicano que tanta sangre y lágrimas le ha costado a este pueblo.

El autor es periodista y magister en derecho y relaciones internacionales. Reside en Santo Domingo.quezada.alberto218@gmail.com