Por Manuel Hernández Villeta/A Pleno Sol

Las venideras elecciones presidenciales serán una lucha entre tres partidos políticos y sus aliados. Las simpatías electorales están circunscritas a tres candidatos, y los demás servirán de muletillas de apoyo.

Los cuadros de aceptación de una candidatura no se pueden medir por visiones personales, ni por las encuestas, ni por la percepción. Para equilibrar popularidad o rechazo se tienen que ver las cargas exógenas y sus colaterales.

Faltando tantos meses para las elecciones nadie puede tener una bola de cristal para predecir ganadores y perdedores. Solo la pasión desbordada de simpatías partidistas puede decir que uno u otro es desde ya el ganador.

Las coyunturas sociales están por encima de las encuestas, sin embargo, los dos factores se hermanan en una variable: su visión es temporal, momentánea y se encaja en hechos del momento.

Conspira contra las encuestas el olor del peso. La mayoría de las empresas que se dedican a hacer sondeos políticos, parecen sastres ajustando un traje al cuerpo. Pierden la objetividad, por el monto del contrato.

La coyuntura, las circunstancias, es un caballo desbocado. Se levanta en un instante, cuando se cree que un cambio es necesario, para dejar atrás años de infortunio. Hechos que se soportan a diario, estallan por circunstancias socio-política que se deben analizar en sus individualidades.

A favor o en contra, la coyuntura electoral estará cimentada en los graves problemas sociales que tiene el país. Hay que partir desde el galopante alto costo de la vida, la inseguridad ciudadana, y la ausencia de productividad y creación de una política de pleno empleo.

Estos hechos pueden beneficiar tanto al gobierno como a la oposición, dependiendo de cómo se muevan, y busquen alternativas. Masque soluciones, lo que se lanzará sobre la mesa es una masiva campaña publicitaria destinada a maquillar la crisis.

Los partidos no tienen programa de gobierno a la vista, por lo tanto, los ciudadanos deberán dar el seguimiento electoral en los pronunciamientos y el acontecer diario de Luis Abinader, Leonel Fernández y Abel Martínez.

Es difícil romper la pared de la primera vuelta, y para la segunda, si la hay, solo negociando se retiene o se llega al poder. Los grupos minoritarios ven el carril abierto, es la zafra para el ascenso social. La trascendencia del voto, catapulta la viabilidad de las alianzas. Triunfo o fracaso dependen del caballo que se monte. ¡Caña para el ingenio! ¡Ay!, se me acabó la tinta.