Por Manuel Hernández Villeta/A Pleno Sol

Las campañas políticas modernas no pasan de ser un espejismo. Publicistas, creadores de imagen y maquillistas sociales levantan el perfil de los candidatos. Más importa en una jornada partidista la sonrisa y el peinado, que las ideas.

Al día de hoy, una exitosa jornada política tiene como sus columnas fundamentales las redes sociales, la televisión y la recreada percepción de los futuros votantes de cuál es el camino a tomar. Da resultados, repetir una idea en forma permanente, con distintos colores y ropajes.

Para estas elecciones dominicanas, lo trascendental será la percepción, sobre la realidad. La venta en el escaparate de la jornada publicitaria, será determinante, sepultando los hechos reales. Ni siquiera serán necesarias las promesas, porque la masificación colectiva hará innecesario imprimir los programas de gobierno.

Sin embargo, hay realidades que están fundamentadas en fracturas comunitarias que no pueden ser borradas ni maquilladas, y mucho menos olvidadas. Aunque los políticos de nuevo cuño sigan con sus asesores creadores de ilusiones, la exclusión social toca la puerta de la mayoría de los dominicanos.

Por más que se quiera, no se puede maquillar el analfabetismo, la falta de asistencia médica, las desigualdades económicas y sociales. Ahora, en la rapidez de una campaña electoral y en el fugaz día de las votaciones, la audacia, las cuñas de televisión, y los videos de las redes sociales podrán más que cualquier otra variante.

La modernidad de las campañas electorales no va de la mano con el atraso colectivo de la mayoría de los dominicanos. Sin embargo, forzará la intuición a tomar decisiones entre los indecisos y en los que sin voluntad propia se inclinan ante el toque de clarín de los que ponen en sus sueños un futuro mejor.

Hay un ingrediente propio de las jornadas electorales que es la guerra sucia. No tiene una mano ejecutora visible, se mueve a las sombras, pero sus dardos son certeros y en ocasiones mortales. Lo peor que puede pasar en este futuro torneo electoral es que florezca un accionar de verter pestilencias entre todos los participantes.

Es fácil lograr ese entendimiento, si todas las partes están interesadas. La Junta Central Electoral debe ser el organismo catalizador. Lo importante es el acuerdo entre las tres principales fuerzas políticas, que son las que van a impulsar los próximos acontecimientos electorales.

Se debe firmar un código de ética con miras a que la campaña electoral discurra en un marco de objetividad. El pueblo dominicano merece que se le de una dosis de respeto, y que se le permita de acuerdo a su conciencia escoger a sus preferidos. ¡Ay!, se me acabó la tinta.