Por José A. Leonardo P.*

En la primera semana de juramentado, el actual ministro de Educación, recordamos la frustrada propuesta para la compra de 750 mil pesos en orquídeas, en medio de la pandemia de covid-19.

Posteriormente, la intervención de la prensa impidió la compra de más de 600 millones de pesos en jeringuillas sobrevaluadas de 2 pesos con 50 centavos a 26 pesos la unidad.

En ocasión de celebrarse el Día de la Madre, los honorables diputados se repartieron 60 millones de pesos, tomándose 300 mil cada uno. Esa misma camada (sic) de diputados se reparte sumas similares para las habichuelas con dulce, canastas navideñas, y en mil diabluras que a las mentes ociosas se les ocurre.

A todo esto, hay que sumar el cofrecito de esa camada, así como el barrilito de los no menos honorables senadores. Pero los privilegios anteriores no tienen nada que ver con las dos exoneraciones por cuatrenio para cada uno de nuestros sacrificados legisladores.

Mientras todos estos derroches ocurren arriba, el motoconchista paga 83 pesos de impuestos por cada galón de gasolina, para una motocicleta que paga más de 100 por ciento de impuestos aduanales.

En tanto, estos legisladores, ministros, viceministros, directores departamentales y militares de altos rangos, entre otros, son beneficiarios de pasaportes diplomáticos, que les permiten pasar por el salón VIP de los aeropuertos liberándolos del pago de tributos.

Mientras pasa esto la esposa y los hijos del chofer de carro público y miles de ciudadanos no saben si se van a acostar sin cenar, porque los impuestos que tienen que pagar por el carro, los repuestos, los lubricantes, combustibles, el peaje y todo lo que se mueve a su alrededor que no le permite vivir.

Sumemos a esto que al gran empresariado se le conceden onerosas exenciones de combustibles y lubricantes, en montos que van más allá de sus requerimientos para vender bienes y servicios que importaron exonerados.

Los nuevos intentos de derroche a que hicimos mención al inicio de este trabajo, se deben a un exceso de presupuesto otorgado a todas y cada una de las instituciones estatales, estando a la cabeza el Poder Legislativo.

Yo no quiero pensar que una reforma fiscal afecte a los más pobres, solo para que el estatus quo se mantenga. Por eso le recordamos a quienes ostentan el poder, lo ocurrido pasada la Semana Santa del año 1984, cuando el gobierno del doctor Salvador Jorge Blanco se vio precisado a lanzar a las calles a la Policía Nacional y a las Fuerzas Armadas, para contener la ola de protestas en la que murieron decenas de personas en los tres días de disturbios callejeros.

Y para entonces no existía el precedente de la marcha verde, ni la proliferación de medios, de las redes sociales, en los que los sectores de poder no tienen control ni bocinas.

Presidente Abinader antes de hablar de reforma fiscal, o pacto fiscal, hacen falta varios decretos como el 396-21. Usted no está solo Presidente.

*Es Ingeniero Agrónomo