Por Alberto Quezada

El Partido Fuerza del Pueblo (FP) que lidera el expresidente Leonel Fernández, al día de hoy, es de las pocas organizaciones políticas de oposición que puede exhibir cierto nivel de avance en la simpatía del complejo cuadro electoral dominicano.

Esta entidad política, a diferencia del oficialista Partido Revolucionario Moderno (PRM) y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), en la actual coyuntura; es la que mayores posibilidades tiene de seguir creciendo y posicionándose en el mapa político nacional.

Esto se explica por distintas razones, una de ellas es su condición de institución partidaria de reciente creación. La segunda, la ausencia de historias negativas conocidas en el ejercicio del poder.

Tercera, el ser poseedora del singular atractivo de brindar mayores y mejores espacios partidarios de crecimiento político en su estructura institucional a los nuevos miembros que quisieran ingresar a ella.

Cuarta, el contar en su conducción con un liderazgo experimentado encarnado en el doctor Leonel Fernández, que ha sido tres veces Presidente de la República Dominicana y cuya figura política no le resulta hostil a algunos sectores dominantes de la oligarquía criolla y la geopolítica mundial.

Y una quinta razón, es que todo el dirigente o simpatizante disgustado del PRM y PLD ve en la Fuerza del Pueblo su casa más próxima ya que provienen de un mismo padre político, el profesor Juan Bosch.

Ahora bien, este posicionamiento de la Fuerza del Pueblo como partido político del que hablamos, podría consolidarse y mantenerse en el tiempo si al momento de asumir posiciones y planteamientos ante la opinión publica lo hace con inteligencia política y sin agendas ocultas.

Que cada paso político de la FP sea vea sopesado, meditado, reflexionado desde diferentes ángulos, que se advierta de manera clara la sinceridad y la firmeza para así evitar la menor cantidad de errores y malas interpretaciones.

La Fuerza del Pueblo no debe perder de vista que todo logro, victoria o triunfo en política, es coyuntural, que las intenciones y simpatías políticas favorables se mueven, cambian y hasta se pierden, cuando se actúa con torpeza, infantilismos e hipocresía.

El autor es periodista y magister en derecho y relaciones internacionales. Reside en Santo Domingo.quezada.alberto218@gmail.com