Por Milton Olivo*

El mundo está en una fase de destrucción del Orden Mundial Liberal de posguerra, de declive de occidente, y ascenso de Euro-Asia como eje de poder global multipolar.

Ante este escenario incierto, República Dominicana debe prepararse para defender su soberanía; en lo económico impulsando su aparato productivo e infraestructura de industrialización y de sustitución de importaciones. Y en lo militar con servicio militar obligatorio e industrias de armas.

RD necesita una capacidad militar que sea disuasiva. Con unas FFAA con suficientes efectivos. Y autosuficiencia en industria militar capaz de producir equipos para las guerras moderna; drones, visores nocturnos, armas ligeras, artillería, etc. Somos un país soberano, no una finca, y eso demanda estar preparado para defendernos.

RD debe estar segura, que como nación está en capacidad de defender su soberanía y la integridad de su territorio. Israel es un modelo que debe servirnos de espejo, si queremos sobrevivir con éxito en esta Era de mega cambios geopolíticos y preservar nuestro legado trinitario.

Son prioridad nacional; mecanizar la agricultura, no haitianizarla. RD debe crear un fondo especial para aprovechar nuestros talentos tecnológicos e impulsar un sector productivo post industrial, para producir equipos y productos basados en microelectrónica, nanotecnología, robótica, energía verde, etc.

RD para tener éxito como nación, debe sobrepasar sociológica y económicamente la etapa dicotómica de un país dividido en dos grupos; uno privilegiado y propietario de casi todo, sin compromiso social, solo enfocado en incrementar su cuenta bancaria, y otro enfocado en buscar para sobrevivir.

Y pasar –ambos grupos- a integrarnos como sociedad, enfocados en construir y ejecutar un plan de nación, para crear una sociedad próspera, desarrollar y de bienestar, una Quisqueya potencia.

Ahora, debemos estar claro, que fracasaremos, como hemos fracasado desde 1844 como sociedad, si no somos capaces de impulsar las reformas constitucionales necesarias, para pasar de una sociedad donde el poder ejecutivo es un rey sin corona, a una sociedad de verdadero equilibrio de poderes, descentralizada, participativa e institucionalizada y con un sistema judicial ético. Y absoluta independencia de un Ministerio Público despolitizado.

*El autor es escritor y precandidato a alcalde por Santo Domingo Este