Por Milton Olivo

Vivimos en una época definida por la incertidumbre global, marcada por tensiones geopolíticas, el cambio climático, la automatización del trabajo y las transformaciones del comercio internacional. En este escenario complejo, la República Dominicana enfrenta mega desafíos históricos que son determinantes para su futuro: superar el atraso estructural, el desempleo, la emigración masiva y la persistente dependencia del endeudamiento externo.

La raíz del atraso estructural y el fracaso dirigencial

El propósito fundamental de cualquier Estado debe ser garantizar el bienestar de su sociedad. Sin embargo, en el caso dominicano, las columnas del subdesarrollo son evidentes y han sido ignoradas de forma reiterada por la clase dirigente:

• Educación Deficiente: Un sistema educativo que no prepara a la población para la productividad ni la innovación.
• Salud Frágil: Un sistema de salud incapaz de asegurar cobertura universal y servicios de calidad.
• Servicios Básicos Inadecuados: Graves deficiencias en el suministro de agua potable, energético, educación, transporte, etc .
• Corrupción e Impunidad: La corrupción históricamente ha drenado los recursos esenciales, socavando la institucionalidad necesaria para cualquier proyecto de desarrollo, siendo premiada e incentivada con la histórica impunidad.

Creo que el principal obstáculo para el desarrollo nacional, no es la falta de recursos, sino la ausencia de una ideología desarrollista en la clase política postdictadura y el poder de influencia de los intereses creados sobre la clase política “democrática”.

El fracaso en el aprovechamiento del capital productivo

Mientras el mundo avanza hacia la economía del conocimiento, Republica Dominicana no ha logrado impulsar la industrialización del sector agrícola, base de una economía sólida. A pesar de contar con tierra fértil, agua, sol y una posición geográfica privilegiada, no se ha sabido siquiera distribuir la tierra equitativamente.

Debo destacar la visión del Dr. Joaquín Balaguer en su política de reforma agraria, que repartió casi 6 millones de tareas de tierra, aunque debo criticar la falta de un impulso simultáneo a la agroindustrialización, como sí ocurrió, paradójicamente, durante la dictadura de Trujillo con el establecimiento de ingenios azucareros, La Manisera, La Algodonera y otros.

En contraste, la clase política post dictadura ha optado por un camino de endeudamiento externo, políticas asistenciales y consumo de bienes importados, sin una visión clara de Estado productivo ni soberanía económica.

La clave olvidada: agro industrialismo y el tesoro marino

El agro industrialismo se presenta como la estrategia crucial para el desarrollo sostenible. Esto implica la creación de una Red Nacional de Agroindustrias, capaz de convertir la producción agropecuaria primaria en valor agregado (alimentos procesados, productos no perecederos, bienes exportables).

Esta estrategia tiene un múltiples beneficios: incentiva la puesta en producción de nuestras áreas cultivables, incrementar las exportaciones, aumentar las reservas de divisas, elevar el Producto Bruto Interno (PBI), generar empleos en todo el país, y generar los recursos para el desarrollo social.

Otro asunto penoso, es la explotación marginal de los recursos marinos. Con el Océano Atlántico y el Mar Caribe a nuestra disposición, el país tiene un potencial extraordinario para desarrollar un sector pesquero industrializado (con pesca de altura, acuicultura, maricultura).

Hacia el desarrollo autosostenido

La República Dominicana no necesita depender del endeudamiento externo. Los recursos para el desarrollo están en nuestras manos: la tierra, el mar y la gente. Lo que falta es desarrollar una Visión Nacional Desarrollista que oriente el Estado hacia la producción, la industrialización y la innovación tecnológica.

El desafío es monumental, pero posible. Romper el ciclo de atraso exige liderazgo, conocimiento y patriotismo económico. Para asegurar el bienestar de las futuras generaciones, es imperativo transformar la estructura productiva del país, convirtiendo a la República Dominicana en una nación agroindustrial, marítima y tecnológica, enfocada a las exportaciones y la generación de empleos.

El auto es escritor y político