Por Guarionex Concepción

No me inscribo en el grupo de los que quieren hacerse los simpáticos, como tampoco entre los que se desgarran las ropas de ira. Pero considero desacertada la idea de gravar con un nuevo impuesto a las redes sociales.

Los medios son el estandarte en la lucha contra los gravámenes injustificados sea a quien o quienes sea que se quieran imponer, a menos que sea a los negocios o actividades cuya gran solvencia sea indubitable. ¡Son muchos! Al contrario, a incontables se les otorgan incentivos irritantes, con los dineros de los ciudadanos.

Por ahí debiera comenzar el gobierno a fortalecer su economía. Tan solo reduciendo las exenciones en combustibles se podría ahorrar cientos de millones de pesos.

Empresas de servicio, como las generadoras de electricidad u otras, a las que se les regala hasta un millón de galones de fuel oil por mes, sin que se refleje ningún beneficio a los usuarios comunes.

Esa ley que posibilita este desaguisado, la 57- 07 del 7 de mayo del año 2007 debe ser revisada, junto a otras que establecen privilegios en desmedro del erario, deben ser revisadas antes de gravar a otros sectores, en procura de enderezar la economía, maltrecha en la guerra contra la pandemia.

El gobierno tiene que sentar cabeza, luego de tantos males heredados, que exigen inteligencias poco comunes para poder salir airoso. Tiene que medir muy bien cada paso dado o por dar. Debe tener paciencia y buscar soluciones certeras y definitivas que, ni le quiten el apoyo del pueblo y que no lo distancien de aliados que le puedan sacar la alfombra de debajo de los pies.

Quienes integran las redes digitales son, en su mayoría, programas cuyos beneficios se diluyen en todo un tinglado imprescindible para lograr la calidad que tienen que ofrecer a su audiencia. Pocos producen suficiente como para brindar grandes riquezas a sus productores. Y para determinar este aspecto habría que crear mecanismos especiales, porque la mayoría de los productores de actividades en las redes sociales se nutren de anunciantes que retiran el apoyo en cualquier momento.

¿Acaso existe un estado de desesperación que lleve al gobierno a buscar dinero de la manera que sea? Porque solo eso justificaría que. enfile contra quienes le han ayudado a mantener la imagen que luce a 9 meses de haber asumido el poder. Y son los medios menos pudientes los que han actuado de manera desinteresada exponiendo los logros oficiales. ¿Acaso son los enemigos internos, heredados muchos de ellos, los que mueven al presidente Abinader en esa dirección?

Serenidad, señores. Sepamos buscar la luz al final del túnel justo hacia la salida adecuada.

Si el gobierno se queda sin esa base de sustentación que son las redes sociales, habría que ver si espera que venga el Chapulín Colorado en su defensa.

Ese aliado es el que opera contra los poderosos intereses que enfrenta, integrados por enemigos que no encuentran donde meter los miles y miles de millones que se llevaron y que tienen sobradas experiencias de cómo utilizar.