Los valores que definen al pueblo Quisqueyano-dominicano, son el reflejo de una profunda historia de mezcla cultural y de resistencia, y siguen siendo un pilar fundamental en la vida cotidiana de la sociedad.

Estos valores son heredados, tanto de los antiguos taínos, los primeros habitantes indígenas de la isla, como de la fe cristiana, que se implantó a partir de la llegada de los europeos en 1492.

En este sentido, el pueblo dominicano ha forjado una identidad única que se mantiene viva a lo largo de los siglos, constituyendo una sólida conciencia colectiva.

Los valores taínos: Un legado ancestral

Los taínos, los aborígenes Quisqueyanos (los desde siempre denominados indios claro e indios oscuros) que pueblan esta isla de mucho antes de la llegada de Cristóbal Colón, perpetuán un legado que perdura hasta nuestros días.

Aunque el contacto con los europeos y la posterior colonización alteraron muchas de nuestras tradiciones y modos de vida, los principios fundamentales de la conducta de los taínos se mantienen vigentes, especialmente en la moralidad, la cordialidad y las normas de convivencia.

Se ha establecido que los taínos vivían bajo un código ético basado en mandamientos sencillos, pero poderosos, que orientaban su comportamiento en sociedad. Estos mandamientos eran; “No mentir, No robar, No ser vagos, y Respetar a los mayores, y donde la única tradición violenta era matar al ladrón”. Estos valores fueron fundamentales para el bienestar de la comunidad y la armonía social.

Hoy, aunque falsamente los historiadores al servicio de la corona, falsearon la historia con que los nativos habían desaparecido, estos principios siguen siendo enseñados y respetados en los hogares auténticamente Quisqueyanos. La idea de que la honestidad, el trabajo arduo y el respeto hacia los demás son esenciales para una convivencia armónica sigue siendo un pilar en la educación familiar y social de la República Dominicana. De hecho, estos valores han perdurado por más de seis mil años, el tiempo estimado desde la llegada de los taínos a la isla.

La influencia del cristianismo

Con la llegada de los conquistadores europeos en 1492, el cristianismo, especialmente el catolicismo, dejó una marca indeleble en la cultura dominicana. Los valores que encarna el cristianismo—como la compasión, la solidaridad, la verdad y la justicia—fueron adoptados y se fusionaron con los principios taínos para formar una ética común en la sociedad dominicana.

La compasión se refleja en la tradición de ayudar al prójimo, sobre todo en tiempos de necesidad. La solidaridad es un valor profundamente enraizado, especialmente en comunidades rurales y urbanas, donde la colaboración mutua es clave para la supervivencia.

La justicia y la verdad, aunque a veces desafiadas por las complejidades de la realidad política y social, siguen siendo aspiraciones compartidas por todos los dominicanos.

El sueño de Quisqueya como potencia

Uno de los aspectos más marcados de la conciencia colectiva dominicana es el profundo amor por la patria. Los dominicanos sentimos una conexión especial con nuestra tierra, su historia y sus símbolos nacionales. Existe una creencia compartida de que la República Dominicana es una tierra bendita, un paraíso tropical único en el mundo, llamado a señalar el camino para la redención de los pueblos del hemisferio latinoamericano.

Este amor por la patria no es solo una cuestión emocional; está ligado a una fuerte creencia en que el país está destinado a ser una nación próspera, poderosa y desarrollada.

La ilusión de una Quisqueya potencia ha estado presente en el imaginario colectivo desde siempre, y se ha mantenido vigente a través de las generaciones, a pesar de los intentos de conquistas, guerra contra los invasores, las dificultades económicas, sociales y por desgracias naturales que ha enfrentado el país.

El pueblo dominicano es testigo de su propia resiliencia y de la constante lucha por la soberanía. A lo largo de los últimos 500 años, la República Dominicana ha defendido su independencia frente a todos los imperios coloniales de occidente, y este espíritu de lucha sigue presente en la cultura popular. Los dominicanos sentimos que nuestra nación tiene una misión especial, una suerte de destino divino, que estamos predestinados a ser una nación poderosa, desarrollada y próspera.

Nuestro sentimiento de pertenencia y unidad, encarna el sentimiento de haber sido parte de un antiguo ejército espartano glorioso, que, a lo largo del tiempo, ha reencarnado en esta isla para seguir luchando por la justicia, la libertad y la prosperidad. Esta mística de una Quisqueya gloriosa se manifiesta en la determinación constante de nuestra gente para mejorar la nación, a pesar de los obstáculos.

El autor es activista por una Quisqueya potencia.