Por María Hernández

La venerada Virgen de la Altagracia, protectora del pueblo dominicano ve llegar otra fecha con un país envuelto en crisis económica, social, inseguridad, fenómenos inexplicables como el derrumbe de una tienda de muebles de La Vega, que sepultó a 6 personas, una de las cuales, lamentablemente, murió.

Intranquilidad y desasosiego arropa a las familias que han visto peligrar sus vidas hasta camino a la iglesia por la inseguridad que acecha en cada calle de nuestro país.

La Virgen de la Altagracia mira a todos sus hijos con ojos de piedad y quizás por su protección la República Dominicana no se ha convertido en otro Haití, así como por las oraciones que cada inicio de año derraman sobre nuestra nación miles de dominicanos en la concentración cristiana de «La Batalla de la Fe».

Además, cada año muchos fieles católicos se desplazan hasta la Basílica de Higüey para agradecer los favores que le ha hecho la madre de Jesús, en la denominación mariana de la Virgen de la Altagracia y para pedir, sobre todo, por la solución de problemas de salud y no falta quien pida también por un cambio en su condición material hacia una vida de mayor bienestar personal y familiar.

Llegar a la Basílica a pie y descalzos, desde grandes distancias es un reto que se proponen muchos y que lo logran, aunque lleguen con los pies adoloridos y con llagas que sanan cuando se postran a los pies de la Virgen.

Otros son llevados en sillas de ruedas y en muletas que si bien no salen caminando llegan a sus hogares con una luz de esperanza y con la convicción de que más temprano que tarde la Virgen de la Altagracia les devolverá por completo su salud, como ha sucedido en muchos casos.

No se puede dejar de lado el comercio que circula en el entorno de la Basílica de Higüey con artículos como velones y velas con las imágenes de la Virgen, crucifijos, cuadros de la Virgen de la Altagracia de todos los tamaños, flores para colocar a la madre espiritual de los dominicanos, rosarios, entre otra gran variedad de objetos de gran atracción para los turistas y para los residentes en nuestro país.

El origen de la Virgen de la Altagracia se remonta a unos 400 años atrás, en los tiempos de la colonia, cuando a comienzo de enero, una devota hija de un rico comerciante de Higüey le pidió a su padre que le trajera a Santo Domingo un cuadro de Nuestra Señora de la Altagracia.

Su padre no sabía de qué le estaba hablando su hija y comenzó a contarle a las personas del pueblo el pedido de su niña menor, de dos que tenía. Mientras estaba hablando, cuenta la historia, que se le acercó un señor de avanzada edad y con una barba muy grande y sacó de su saco un pequeño lienzo que estaba enrollado y se lo pasó al comerciante y le dijo: «Esto es lo que usted busca». Era la imagen de la Virgen de la Altagracia. Al día siguiente el anciano desapareció.

Ese lienzo tenía impregnada la hermosísima imagen de la Virgen en el momento grandioso de su alumbramiento, la representación feliz del misterio de la Maternidad Divina de María. Es la Alta Gracia que posee.

A partir de esa época un 21 de enero la hija del comerciante recibió a su padre al pie de un naranjo, en el lugar que actualmente se encuentra la Basílica de Higüey. Fue allí donde de acuerdo a las narraciones el comerciante le entregó lleno de alegría el regalo que tanto anhelaba su hija.

La imagen de Nuestra Señora de la Altagracia ha sido coronada dos veces. El 15 de agosto del año 1922, durante el pontificado de Pío XI y además, por el Papa Juan Pablo II, quien durante su visita a la República Dominicana el 25 de enero de 1979, coronó en persona a la imagen con una diadema de plata sobredorada, un regalo personal suyo a la virgen, la primera evangelizadora de las Américas, como le reconocen.

Hay una gran relación entre los colores que visten a la Virgen de la Altagracia y los de nuestra bandera… Según muchos de nuestros historiadores, «el día 16 de julio de 1838, lunes, día del Triunfo de la Santa Cruz y del movimiento revolucionario redentor de todos los dominicanos le fue puesto a Duarte en el pecho, por su madre Manuela Diez y Jiménez, un mullido y pintado detente, con la imagen de la Virgen María en su advocación altagraciana, trajeada aquella con los colores que iban a ser los dominicanos», de acuerdo a un escrito del medio periodístico Almomento,net.

El pasado año 2022 el sociólogo y folklorista Dagoberto Tejeda realizó un conversatorio sobre «La Virgen de la Altagracia en la cultura popular Dominicana», dentro del cual también se realizó una exposición en el museo de la Virgen de la Altagracia, en Higüey. La actividad la coordinó la Casa Mella Russo, la cual asumió la celebración de los primeros 100 años de la coronación de la Virgen de la Altagracia.

Para el veterano escritor y dirigente político Euclides Gutiérrez Félix tanto la Protectora de los dominicanos, la Virgen de la Altagracia, como la Patrona de la República Dominicana, la Virgen de las Mercedes «fueron hermosas vírgenes que hicieron acto de presencia en dos combates militares: el primero en la colina del Santo Cerro y la segunda en la violenta y agresiva batalla de la Sabana de Limonada en la parte Noroeste de nuestra isla, contra los aventureros franceses que allí se habían establecido», como publicó hace unos años en un escrito para el periódico El Nacional.

Ambas celebraciones religiosas han marcado a los dominicanos, muchos de los cuales cuando salen de su país se llevan como amuleto tanto a la Virgen de la Altagracia como a la Virgen de las Mercedes para que les proteja hasta que regresen de nuevo a su adorada Quisqueya.

El papa Francisco también ha reconocido el poder de la Virgen de la Altagracia cuando exhortó a “no desfallecer en su testimonio de fe, a cuidar y fortalecer, con el ejemplo y la intercesión de la Virgen María, su amor por Jesús y por la Iglesia”. “Le he pedido que ponga a los pies de nuestra Madre de la Altagracia el homenaje filial del Papa, simbolizado en la rosa de oro. Dios nos da en la Virgen una señal de su cercanía y de la infinita ternura con que Él nos cuida”, destaca en un escrito Vatican News.

A celebrar, con fervor religioso y sin fanatismos, el Día de la Virgen de la Altagracia para que irradie su luz y grandeza sobre este pueblo que no pierde la esperanza en que un mejor futuro les espera, por el que tienen que trabajar cada día sin perder la confianza y la fe en Dios Todopoderoso con la intercesión de la Virgen.