Emenelgida Estrella viuda Suarez, confía en la Justicia divina porque en la tierra no hay. (Fotos: Genris García)

SANTO DOMINGO ESTE.– Emenelgida Estrella viuda Suarez, esposa del coronel Julián Suarez Cordero confía en la justicia de Dios, porque entiende que aquí no la hay.

Emenelgida y Julián estuvieron casados por 28 años, hasta la mañana del 23 de abril del 2013, cuando un tiro certero en la cabeza acabó con su vida en el lado norte de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

De aquella unión matrimonial nacieron cuatro hijos. Dos son periodistas y uno lo combina con la Policía.

Revela que recibió llamadas amenazantes, pero la Pölicía nunca le dijo quien lo hacía

A pesar de que hace más de un año de su partida, toda la casa se conserva como el primer día.

Aunque el coronel Julián Suarez Cordero, ya no volverá más, en la casa su viuda e hijos no han eliminado nada de sus pertenencias, ni de la sala, ni los pasillos, parecería un museo: 30 diplomas y reconocimiento enmarcados de distintos tamaños, instituciones, ligas deportivas y universidades; fotos que permiten hacer un recorrido familiar desde la boda de ambos hasta el último encuentro familiar.

Ella, lo describe como un hombre que amaba su trabajo y le gustaba la lectura, pero sobre todo su familia, tanto así que “cada mes realizábamos uno o dos encuentros familiares”.

La viuda y dos de los hijos del coronel en su casa

Hoy, Emenegilda, al igual que sus cuatros hijos se sienten desplomados porque “el don” como ella le decía”, no lo volverán a ver, y ella, que tenía 28 años haciéndole “ese desayuno, llevándolo hasta la marquesina cargándole su maletín, portando siempre una taza de café hasta su vehículo, echándole la bendiciones “Dios te Bendiga”, ya no lo podrá hacer.

Irrumpe en llanto como el día de su muerte, frente a un enorme cuadro al óleo donde ambos figuran felices, Emenegilda nos dice “usted no se puede imaginar como la estamos pasando mis hijos y yo, no imaginábamos que fuera así, este dolor es muy grande”.

Y es que, “siempre me decía que me amaba, me respetó y su amor por la familia lo demostraba haciendo dos reuniones familiares cada mes”.

Tanto para ella como para sus dos hijas e hijos 10 años no es nada, ni todo el dolor del mundo compensa la pérdida de una persona, no creemos en la justicia de aquí, solo en la Dios”.

Esta consciente de que “no fueron los cinco que dispararon a su esposo, pero hubo un testigo que si estaba mirando lo que ocurrió.  Narra que a las 10:00 de la mañana del 23 de abril, el occiso Julián Suarez Cordero la llamo para “decirle que no me preocupara que no le pasaría nada, porque esos muchachos, los de la UASD, el los quería como a sus hijos: “incluso en muchas ocasiones usaba su guagua para sacarlos de la universidad cuando había líos”.

El Tercer Tribunal Colegiado del Distrito Nacional condenó a 10 años a uno de los cinco implicados en el crimen del coronel Julián Suárez Cordero.

Por el hecho, el tribunal sólo condenó a Héctor Pichardo, además del tiempo en prisión, debe pagar una indemnización de un millón de pesos.  Los demás involucrados en el caso Eddy Giovanny Bonilla, Diógenes Isidro Gutiérrez (Yuyo),  Wilson Javier Daciel Nicasio y  Víctor Alfonso González Hernández, fueron descargados y puestos en libertad inmediatamente.   Más del 90 por ciento de la pruebas del caso fueron anuladas.

Juliada la hija menor del coronel Suárez

Juliada la menor de las hijas dice que lo mejor que atesora de su padre son los valores: solidaridad, responsabilidad, la disciplina y respetuosidad. Sobre el apoyo ofrecido por la Policía Nacional, confiesan que “al principio la institución nos llamaba pero ya, nos echaron a un lado”, dice la hija, pero la madre, desdice y afirma que “ellos nos han dado apoyo”

Juan Ramón, el menor de los varones

Tras la muerte de su padre, Juan Ramón, el menor de los varones, ha quedado taciturno, callado, siempre cabizbajo y con una tristeza muy visible; mientras Elvis y Marianataly, “están trabajando, ambos son periodistas, uno es cabo de la Policía Nacional, y la joven labora en el Ministerio de Obras Públicas.

La viuda confiesa que teme por su vida y la de sus cuatro hijos, al principio, cuando inicio el juicio que este viernes se  leerá la sentencia final en el Tercer Tribunal Colegiado del Distrito Nacional, descargando a 4 de los 5 acusados de la muerte de su esposo, “me llamaron dos veces a las cuatro de la madrugada para decirme que dijera que un policía había disparado a mi esposo”.

El coronel Suarez Cordero y sus familiares vivían en una especie de bunker en Santo Domingo Este

Estas amenazas fueron informadas a la Policía, “ellos investigaron pero nunca nos dieron los resultados”, dijo.

Está de pie porque es una mujer de fe, confiesa, cada día pide justicia a Dios, ora al Señor, porque sé que aquí no la voy a encontrar.  El dolor no tiene palabras, quien le devolverá esas reuniones de familia  a mis hijos, los consejos de familia que se hacían, el cuidado con sus hijos, pero reitera que “Dios se tomara su tiempo para aplicar la justicia porque aquí no hay”. 

Pide al Ministerio Publico seguir las investigaciones para que el caso no quede impune, “no quisiera ver a nadie  en mi lugar, esta casa ya no es la misma, no somos los mismos, solo personas como Francina Hungria, Negro Veras, podrían saber el gran dolor que estamos pasando”

Esta parece ser la última foto familiar-

“Desde el 23 de abril estamos muertos vivos porque nos mataron a los seis”, dijo entre lagrimas para también aconsejar a la juventud que “piensen primero en el dolor de las demás personas, para no ser tan violentos, Julián era amigo de los estudiantes, él también se graduó en la Universidad Autónoma de Santo Domingo”.

El día de su muerte, a las 6:00 de la mañana, Emenegilda, como cada mañana, le llevó su desayuno a la guagua y le echo la bendición y le dijo “que se fuera con Dios”  como de costumbre; Julida, la hija menor solo pudo verlo por la ventana.

Narro que “a las 10:40 de la mañana, en medio de los disturbios de la UASD, él me llamó y me dijo Chiqui yo estoy aquí, pero no tenga temor ellos son mis hijos, me escuchan, yo los cuido”, al referirse a los estudiantes universitarios.

Dice que Julián nunca uso su arma de reglamento, su pistola y cinturón siempre los dejaba en la guagua, porque decía que “no le gustaba dispararle a un estudiante, era como si lo hiciera a un hijo suyo”.

Además del destacamento del ensanche Naco, donde prestaba servicios a la hora de su muerte el coronel estuvo en Puerto Plata, Las Matas de Farfán, Boca Chica y Radio Patrulla.