Por Manuel Hernández Villeta/Pleno Sol

La función principal de los miembros de la Junta Central Electoral es garantizar unas elecciones libres e independientes. Otros trabajos periféricos que realicen no tendrán mayor importancia. El deber de estos ciudadanos es ir preparando las elecciones desde ahora, y dejar a un lado cualquier polémica estéril.

Si en pasadas administraciones ocurrieron dolos, no es tema para exprimir en forma permanente desde los sillones de los miembros de la JCE. El deber es si hay pruebas de indelicadezas, pasar el caso a la justicia y que allí siga su derrotero.

En todas las elecciones nacionales se ha pecado de improvisaciones. Se contrataba un personal a la carrera, sin adiestramiento y desconocedor de las leyes electorales y de las responsabilidades que les asignaban, y éstos nunca dieron resultados ni cumplieron con su deber.

El personal que va a trabajar en los colegios electorales tiene que comenzar a ser seleccionado desde este año. A estas personas se les debe ofrecer cursillos donde se le capacite sobre la mecánica del día de las votaciones. No es hacer escogencia de desempleados que buscan ganarse unos chelitos de dieta.

Además, hay que buscar a personal que no pertenezca a los partidos políticos. Por siempre, los principales partidos meten a sus militantes a ser miembros de las mesas electorales. La mayoría de la población dominicana no está inscripta en partidos políticos, y constituye parte de la llamada mayoría silenciosa.

Por esta razón, para las próximas elecciones se debe escoger a personal para trabajar en las mesas de votaciones que no sean miembros de partidos políticos. La Junta puede llenar ese cometido si comienza a trabajar desde ahora con las instituciones comunitarias, organizaciones profesionales y religiosas.

El pueblo se integraría a la tarea de trabajar en el proceso electoral, si desde la JCE se dan garantías de que se está laborando con seriedad y con respeto. Siempre ha existido la impresión de que los miembros de la JCE son parte de cuotas que se entregan a los partidos políticos, y que por esta razón tienen su independencia cuestionada.

La JCE necesita apoyo y el pueblo se lo debe dar. Es el único organismo que constitucionalmente puede organizar y dirigir las venideras elecciones generales. En los países desarrollados las autoridades se cambian mediante los comicios, con votaciones libres y democráticas.

Pero los miembros de la Junta también se tienen que ganar el apoyo. Este no puede llegar automático. A ellos les corresponde trabajar desde ya para que se den unas elecciones libres y democráticas. El país lo necesita, más cuando los llamados partidos mayoritarios están en medio del caos, y las divisiones internas.

La junta tiene tiempo para trabajar y un presupuesto aceptable para cubrir el itinerario de preparación de las elecciones. Eso sí, hay que dejar los tremendismos, los egos, y los excesos de titulares de periódicos, para comenzar a trabajar. El tiempo está corriendo, y la culpa de que no se realicen unas elecciones libres y democráticas, recaerá sobre sus hombros. ¡Ay!, se me acabó la tinta.